Hace unos años, hasta mediados de la década de los ochenta del siglo pasado, convivía en la idiosincrasia canaria dos formas de ver el mundo que unidas al fortalecimiento del sistema económico del archipiélago por las subvenciones europeas provocaron una tensión dialéctica que acabaría generando el momento actual que sitúa a las Islas Canarias al borde del colapso. Nos referimos por un lado al tradicional complejo de inferioridad respecto a lo de fuera que padecen los políticos y empresarios canarios y a la dificultad de éstos de entender nuestro territorio insular como un pedazo de tierra realmente frágil. El complejo de inferioridad lejos de superarse ha traído consigo un olvido de las auténticas limitaciones de nuestras islas y en Tenerife se ha acabado rescatando el desastroso y franquista Plan de Ordenación Territorial de 1971, conocido como Plan Doxiadis, que curiosamente comprendía la construcción de las infraestructuras viarias, comerciales, portuarias, aeroportuarias y ferroviarias que ATI trata ahora de imponer a la mayoría de los tinerfeños sin el más mínimo debate democrático.
Ricardo Melchior, leal servidor de los intereses de las grandes empresas y empresarios canarios, vuelve a presidir el Cabildo de Tenerife habiéndose puesto en manos de Alarcón mientras pretende llevar a cabo la construcción de un disparatado tren al Sur de la isla. Hasta un niño que juega en la guardería con coches de juguetes sabe que un objeto en movimiento necesita un tiempo y espacio determinado para llegar a su máxima aceleración salvo Melchior y sus asesores que en principio, y como una burla más a la inteligencia humana, planeaban un tren de alta velocidad, tipo AVE o TGV, para nuestra isla. En vista de que no es posible alargar la isla, un tren de este tipo acabaría saliéndose del mapa a la altura de Güímar más o menos, han acabado rebajando las pretensiones de velocidad situando sólo tres paradas en el mismo Güímar, el aeropuerto y San Isidro terminando la línea en Adeje. Su paso por las medianías del Sur de la isla de Tenerife afectará al menos a dos Monumentos Naturales, los LIC del Barranco de Fasnia y Güímar y el LIC de la Montaña de Guaza que sería perforada por un túnel, así como a muchas manifestaciones de carácter arqueológico de nuestro patrimonio histórico y etnográfico. El recorrido del tren se pegará mucho a la actual autopista a su paso por las valiosas zonas de preciado suelo industrial existentes para evitar la pérdida de este caro recurso.
En una isla donde a los políticos les importa un bledo el transponte público que no genera comisiones millonarias que pueden acabar en cuentas suizas, la guagua en Tenerife está por empeño político en la miseria mientras se construyen inviables tranvías, y donde existen tantos coches que casi siempre es más fácil ir a aparcar al Teide este tren al Sur constituye un nuevo despropósito que habría que ponerlo al nivel del puerto de Granadilla o la segunda pista del aeropuerto del Sur y se enmarca en una estrategia más por las que determinados empresarios pretenden sacar dinero de las arcas públicas hacia sus cuentas privadas. Por eso este tren tampoco nos gusta y esta vez estamos a tiempo de denunciar que no sólo va a ser algo inútil sino un sistema generador de comisiones irregulares. Si con el nefasto tranvía hubo una corriente favorable de opinión que estaba basada en una confianza en que el sistema sirviera para solucionar el problema del tráfico, sólo en la fase de obras se dieron las alertas del increíble pelotazo que se fraguó con su construcción, a este tren no hay que darle ni la más mínima oportunidad. Su construcción es innecesaria, desastrosa y basada en la especulación. Un tren que pasa de largo por la mayoría de pueblos del sur y que por el sentido común es completamente ilógico se convierte en una prioridad en estas tierra con un sistema de gobierno bananero. La capacidad de transportar viajeros se ve limitada por las escasas paradas que tendría y se habrá de articular tráfico rodado a estos puntos. La solución para esta isla es la guagua y un carril prioritario para este medio por el que ATI siente bastante alergia.
Ben Magec Ecologistas en Acción ha iniciado una campaña de recogida de alegaciones, también una denuncia al TSJC en el que un ex asesor de Adán Martín es ahora magistrado pese a aparecer en unas investigaciones penales, contra semejante disparate que en la necesaria tramitación se han llegado a saltar la obligatoria participación ciudadana al igual que la imprescindible evaluación ambiental estratégica del proyecto. Mientras esta gente concienciada se moviliza en contra de este tren los arqueólogos ligados a la Universidad de La Laguna, el trazado destruirá por completo lugares registrados por los adoradores de la Piedra Zanata adscritos al Cabildo cuyos informes ocultan celosamente, callan en virtud del cómodo puesto docente que ocupan en esta institución educativa.
En sólo 12 kilómetros del triste tranvía del cabildo desde Santa Cruz a La Laguna ha generado un gasto de más de 360 millones de euros a pagar durante 40 años y unas comisiones irregulares entre políticos que de momento ninguna fiscalía se atreve a investigar. En un trazado ferroviario que en principio quintuplica los kilómetros de vía de lo que es la patineta del tranvía nadie sabe bien todavía cuánto es lo que va a generar económicamente a la camarilla que se alimenta a expensas de que ATI gobierne en el cabildo. El paradigma del deterioro ambiental de Tenerife se encuentra en el Sur de la isla. Sólo hay que ver las espantosas torretas de alta tensión que Unelco en una perreta, y para restregarnos en la cara a los canarios que son ellos los que hacen la política energética del archipiélago, ha instalado en la autopista por la zona de Granadilla porque los ciudadanos no les dejamos que atravesaran los montes de Vilaflor. Los despropósitos de este tren son muy parecidos y por eso lo vamos a dejar donde debe estar: en vía muerta.