El comercio llega tan lejos que es capaz de atravesar fronteras que las personas necesitadas o los Derechos Humanos no son capaces de traspasar porque los mismos gobiernos que facilitan que la Organización Mundial de Comercio amplíe mercados impiden que Personas y Derechos se instalen allí. Al mismo tiempo los países con economías más débiles son sometidos por las transnacionales que se apropian de sus materias primas y especulan con ellas a precios de ventaja mientras los productores reciben por éstas una ganancia ínfima comparada con la que los intermediarios ganan. Es así como, por ejemplo, el café producido en Etiopía, cuna universal de este cultivo y donde se producen las variedades de mayor calidad del planeta, ha sido apropiado durante muchos años por Starbucks, la mayor cadena de cafeterías que se enriquece a través de prácticas mafiosas, para venderlo en occidente a precio de oro mientras en este país la gente se muere de hambre y Sida. A esto se le llama cínicamente libertad de oportunidades en un mundo libre.
Gran parte de los problemas de este planeta se derivan de estas condiciones de comercio que tiene sus raíces en relaciones completamente injustas. Desde hace unos años se han impulsado a nivel internacional iniciativas que tratan de transformar estas condiciones bajo unas relaciones de Comercio Justo. Muchas veces entendido como una moda, o en el peor de los casos como un acto de caridad y no de justicia hacia esos pobrecitos, no se han sabido valorar bien estas iniciativas que hasta han sido absorbidas por la vorágine del capital que todo lo transforma. En este contexto, y desde el año 2000, en Tenerife existe la tienda Colores del Sur en La Laguna situada en la calle El Juego número 7 cerca de la Avenida de la Trinidad.
A primera vista lo que nos llama la atención de los productos que están bajo la denominación de comercio justo es que suelen ser más caros que sus homólogos que se venden en los canales de venta corrientes. En esta diferencia de precio es donde radica su bondad ya que la cantidad que el consumidor paga de más viene a garantizar que los productores de ese artículo o los agricultores de ese cultivo se lleven un porcentaje justo dentro del esquema de comercialización. En este sentido desde la tienda de Colores del Sur denuncian el dumping que las grandes superficies como Alcampo someten a los productos de comercio justo en los canales de venta que han creado en estos centros y que tienen como finalidad sólo atraer clientes potencialmente consumidores de otros productos. Así en estos sitios el café de Etiopía que comercializa Intermón Oxfam y todos sus productos de origen agrícola salen más baratos al público final que el precio que pagan los propietarios de esta tienda lagunera a la misma ONG que se los vende. Las personas que llevan Colores del Sur no han pensado nunca en hacerse ricos con esta tienda, es más han estado a punto de cerrar varias veces y rara vez reparten beneficios porque siempre están al límite del equilibro económico, y el hecho de que los productos que legítimamente venden se comercialicen deslealmente en grandes superficies, la venta por debajo del coste está completamente prohibida pero estas superficies paradójicamente se enriquecen por realizar esta práctica, hace peligrar su supervivencia. Intermón Oxfam debería replantearse seriamente la venta a las grandes superficies que no hacen sino eternizar el secular conflicto del comercio injusto mientras discriminan a las tiendas como esta que legítimamente buscan que una serie de relaciones comerciales más justas se establezcan entre productores, intermediarios y compradores. Después de que Intervida utilizara para especular inmobiliariamente en Sudamérica parte de las aportaciones de sus socios en el apadrinamiento de niños de países pobres no podemos dejar de mirar con cierto recelo este tipo de organizaciones.
Unas actuaciones parecidas ha llegado a realizar el propio Cabildo de Tenerife a través de su tienda La Alpispa que durante una época también comercializó en su tienda de La Laguna algunos productos de artesanía de comercio justo en un canal que pasar por ser de una fundación y que gozan de excepciones fiscales. De muchas personas es conocido el sableo y atraco a mano armada que el servicio de Aduanas del Cabildo somete a los pequeños comerciantes, hay recursos judiciales contra este sistema que tarde o temprano se acabarán ganando, que reciben los productos que deben venderse en la isla y que no queda más remedio que traer de fuera en un lugar que sus autoridades bananeras se ha empeñado en hacer completamente dependientes del exterior mientras las grandes superficies utilizan las ventajas que la zona ZEC y la RIC les confieren. Una tienda de este tipo, sin embargo, a pesar de hacer labores enmarcadas dentro de la búsqueda de producir un cambio social no sólo no son apoyadas sino castigadas en impuestos a través del ayuntamiento, cabildo y gobierno de Canarias. Hablando con una de las socias de esta tienda nos contaba como un alto cargo supuestamente socialista, uno de esos alcaldes caciques del Sur de Tenerife y que no es el ex alcalde Cejas que cada día se lo ve más entre rejas, decía ignorar por completo en qué consistía el comercio justo y se asombraba de que hubiesen iniciativas así y no enfocadas al ladrillo y al cemento.
El comercio justo debe de dejar de convertirse algún día en la excepción para ser la regla de las relaciones internacionales entre productores, intermediarios y consumidores. Nos va en ello una noción de justicia que entierre por completo la caridad que los gobiernos y los grandes organismos entienden que deben ser las relaciones con los países menos desarrollados. Mientras esto sigue así casos como la tienda Colores del Sur son un ejemplo de negocio bien llevado y del que todas y todos deberíamos estar orgullosos y pasar por allí de vez en cuando a buscar nuestro café, té, azúcar, textil o bisutería para hacer más cierta la consigna de que otro mundo es posible.