Creo que nunca sabrán los productores del sello independiente británico World Circuit lo eternamente agradecidos que les estamos los aficionados a la buena música por el puñado de maravillosos discos que han publicado desde que en 1997 rescataran aquellos magníficos interpretes de la música tradicional cubana, que durante buena parte de la etapas castrista de la isla estuvieron silenciados porque la oficialidad sólo apoyaba lo que se conoció como Nueva Trova, y que en su conjunto sumaban siglos y siglos de sabiduría musical tras la ya mítica grabación Buena Vista Social Club. Aunque viendo el documental que hizo Win Wenders parecía que aquellos octogenarios iban a ser eternos la muerte les ha ido llegando y hace ya un año que falleció Pío Leyva que fue, probablemente, el mayor improvisador que ha existido. En el disco A toda Cuba le gusta nos dejó la guaracha Pío Mentiroso de la que no me resisto copiar un fragmento: Yo he visto un chivo cantar y un guanajo maromero, un cangrejo pelotero, y he visto un gato nadar. He visto un perro bailar el ritmo del Guaguancó, una vaca que nació con colmillo de elefante. Pero no he visto un cantante más mentiroso que yo.
Después del 11 de marzo de 2004 esta canción siempre me ha recordado a Ángel Acebes, probablemente el mentiroso más descarado del que se ha tenido conocimiento nunca, porque con todo el respeto a la memoria de las personas asesinadas en aquel atentado de Al Qaeda su patética tenacidad por implicar a ETA con las bombas de los trenes siempre me pareció algo casi jocoso. Está claro que la solemnidad nos puede, escuchar determinadas cosas en un acto procesal como es un juicio impone mucho, y después de la sesión del juicio del 11M del pasado 11 de abril he sentido escalofríos y vergüenza, como nunca antes, por todas y cada una de las declaraciones que la cúpula policial que investigaba el atentado hizo de la secuencia de hechos de los días posteriores al atentado. No sólo es que Acebes mintiera hasta la nausea, eso ya lo sabíamos, sino que a medio día del 11 de marzo, sólo cinco horas después de las explosiones, la policía barajaba como hipótesis fidedigna que el atentado fuera obra de radicales árabes mientras que el entonces ministro del interior siguió durante tres días hablado del grupo vasco. El ex ministro, en vez de callarse la boca para no cagarla más, declaró tras esta sesión del juicio que él decía a la prensa lo que las fuerzas de seguridad le contaban cuando se sabe que aquello no fue así. Uno se pregunta sí esto puede tolerarse, sí es posible que alguien que durante esa época estuvo a nómina pública cobrando del dinero de los impuestos que todos pagamos haya podido mentir de una manera tan descarada para interferir deliberadamente en los resultados electorales del día 14, y que no haya pasado nada. Un cargo público que debe su lealtad a los ciudadanos para los que está obligado a servir, y no al revés como parece que siempre muchos políticos se empeñan en hacernos creer, no puede exhibir esas actitudes y quedarse tan tranquilo. Dada la gravedad del atentado y de la ligereza con la que Acebes se tomó éste lo lógico es que su actitud deba tener alguna trascendencia penal y no que siga escupiendo mierda por su boca todos los días con la estrategia del miente que algo queda.
El caso de Acebes, paradigmático por lo patético, nos sirve para reflexionar sobre el mundo ancestral de la mentira que no sólo se ha convertido en un arte de manipulación social sino también en un estilo general de vida. Estos días escuchaba a Juan Goytisolo hablar de las terribles artimañas del poder en torno a la mentira que pudo constatar personalmente en sus viajes al Irak de
Sin duda no me equivocaría al afirmar que Acebes sería capaz de superar la prueba del polígrafo porque ya nos han explicado muchas veces cómo con entrenamiento, y bastante cinismo que al número dos del PP le sobra, es posible engañar a detectores de mentiras. En este sentido el ex ministro es un auténtico maestro. En Canarias nuestros singulares políticos y altos cargos por pasar no pasarían ni de cuarto de
Nuestra obligación como ciudadanos es estar permanentemente vigilantes para tratar de desenmascarar los engaños que normalmente nos bombardean a diario desde grandes multinacionales, instituciones y medios de comunicación. Es complicado y la verdad es que nos equivocaremos muchas veces porque cuando nos contaron de pequeños lo de los reyes magos nos metieron en el subconsciente la idea de que todo es fácil. Esto, también, era otra mentira porque en la vida nada es gratis. Ni siquiera la paella que el ayuntamiento de Santa Cruz repartió el sábado 14 de abril en
Sello World Circuit.