Las Islas Canarias siempre han sido un territorio de contrastes. Se ha hecho universal el tópico de que en estas islas, y en un mismo día con diferencia de unas pocas horas, una personas puede estar rodeada de nieve a una temperatura cercana a los ceros grados centígrados pero con sólo desplazarse por carretera en poco más de una hora estará tomando el sol en la playa a una temperatura superior a los 20 grados. No vamos a decir aquí que cuando Franco se vivía mejor, valga la metáfora para expresar el grado de tiranía absoluta al que han llegado nuestros dirigentes y que no significa otra cosa, pero en Canarias se da el triste contraste de que con el inicio del estatuto de autonomía comienza un proceso de degradación de nuestro territorio y de nuestra calidad de vida que no tiene precedentes en nuestro archipiélago y que está llevando a estas tierras a una situación donde se está sobrepasando el límite para llegar a niveles irreversibles.
Lo que el terrible régimen fascista no se atrevió a hacer, sin duda no porque no se quisiera sino porque el contexto socioeconómico no era favorable a la burguesía de entonces, se están atreviendo ahora el actual poder económico y esa formación bananera y oportunista llamada coalición canaria, que ha comprado hace poco las siglas PNC, desde los últimos 14 años de estatuto de autonomía. Cuando un ex comunista y actual oportunista nacionalista llamado José Carlos Mauricio dice, desde sus funciones de consejero de economía y hacienda de los que nos gobiernan en Canarias, que las islas se deben mirar en el modelo económico de Singapur, que haciendo un trasvase simple entre por ejemplo Tenerife y este país asiático tendríamos que nuestra isla acabaría teniendo 12 millones de personas, y luego se queda tan tranquilo es que algo va mal estructuralmente en Canarias. Quizás no sea la culpa toda suya sino que sólo sea alumno aventajado de su presidente que algo habrá aprendido en 30 años en la política, empezó antes que el mismo estatuto, ya que empresarios como un Plasencia o un Cazorla cualquiera tienen su número de móvil para saber como va lo suyo mientras casi medio millón de personas viven en Canarias bajo en umbral de la pobreza. O también por ver como un presidente de cabildo viaja en un jet privado de un empresario a Noruega invitado a pescar salmón.
La gestión de los residuos en el archipiélago es un auténtico disparate y un cúmulo de despropósitos. Desde que a principios de los años noventa las grandes superficies de la distribución entraron a saco, de manos de los trileros PSOE, PP y CC, el nivel y la cantidad de residuos de un hogar normal se ha duplicado o triplicado. Sin necesidad de recurrir a estadística ninguna todos recordamos que antes de esa entrada en la mayoría de los municipios la recogida de la basura no era algo diario sino que se hacía tres veces en semana como mucho. Ahora en las grandes ciudades se realiza a diario y es muy habitual ver los contenedores llenos de desperdicios a cualquier hora del día.
Estas grandes superficies no sólo han deteriorado nuestra calidad de vida, han degradado nuestros hábitos alimentarios, empobrecido nuestras relaciones laborales sino que, además, han sido las causantes de que la composición de la bolsa de basura que sacamos a la calle sea distinta. Sí antes el predominio era de residuos orgánicos hoy en día éste es más bien testimonial y ha dado paso al plástico de multitud de envases, latas, cartones y bricks.
En el caso concreto de Tenerife, pero suponemos que también en otras islas, la recogida selectiva es más bien un cachondeo que sólo sirve para fines publicitarios. El ayuntamiento de
La recogida selectiva de residuos no es un capricho tonto que nos pueda dar a personas que tenemos una conciencia más o menos cercana a la ecología sino que responden a transposiciones de normativas de
El mejor regalo que se les ha dado a los especuladores y burguesía constructora que nos gobierna ha sido la prórroga de
Los actuales fenómenos demográficos por los que están pasando estas islas, y por los que tantas irresponsabilidades han pasado los políticos canarios empezando por el presidente saliente Adán Martín, tienen su raíz profunda en el actual modelo económico vigente en el archipiélago. Lo que se ha dado en llamar efecto llamada no es sino el despliegue de una poderosa economía transformadora del suelo, basada en la construcción desaforada, que necesita a gran mano de obra barata y dúctil para realizar sus propósitos de crecimiento económico. En Canarias cada dos días y medio se cubre de cemento una superficie de una hectárea esto es, un campo de fútbol. La marbellización del municipio de
Dentro de pocas semanas hay elecciones. No vamos a esperar mucho de este sistema electoral que se han pactado los trileros y que dice que el que consigue la suma de 31 gobierna en Canarias a través del más injusto reparto electoral que se conoce en democracia alguna. El PRI en Méjico gobernó 74 años seguidos con castas corruptas que se sucedían en el poder para repartirse lo público de manera rotatoria. Por eso coalición canaria, próximamente PNC, no quiere ser menos y Martín debe dejar su espacio a Rivero. En Canarias la disidencia no es fácil. Superando las distancias, y aquí viene otra metáfora, se podría decir que es hasta más difícil que en la época de Franco donde el enemigo estaba claro. Aun así una cosa está clara: somos muchos, la mayoría, los que no los queremos más donde están. Muchos más de los que cada noviembre nos manifestamos en Tenerife contra el puerto de Granadilla y que nunca han sabido contar bien. Muchos que no somos bien representados por el sistema electoral bananero canario.