A principios de los años ochenta, y debido a la gran diversificación de tecnologías en el Continente Europeo en torno a la telefonía móvil, se decide investigar, desarrollar y comercializar un estándar común para evitar las limitaciones y el uso por cada país de sistemas distintos que se comercializaban por separado y, a principios de los años noventa, empieza la explotación del sistema de telefonía GSM. Las implicaciones de esta nueva tecnología en el mundo han sido brutales y han provocado un cambio sociológico y económico sin precedentes en el que, como siempre, las favorecidas son las empresas que se dedican a la telefonía. Actualmente en el mundo hay más de 2.000 millones de usuarios de telefonía móvil. Cuando se desarrolló el GSM se publicitó éste como un sistema seguro, ya que la información digital va encriptada y el sistema salta aleatoriamente de frecuencias de transmisión para evitar escuchas, para el usuario y con el que nada tenía que temer en relación al secreto de sus conversaciones. Años después, y con casi total implantación de esta tecnología de en la vida de las personas, se conoció que los principales servicios secretos del mundo habían hecho presión para que el sistema tuviera una puerta trasera que permitiera el espionaje de las conversaciones sin intervención de la compañía de teléfonos y, mucho menos, sin la necesidad de la orden de un juez.
Ya en el siglo XXI los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos suponen un importante punto de inflexión sobre las relaciones de los gobiernos con los individuos: los grandes dirigentes y principales medios de comunicación de todo el mundo empiezan a hablar de la necesidad de perder libertades en pos de una supuesta seguridad general. Hoy en día, después de dos grandes guerras, Afganistán e Irak, y varios atentados terroristas de radicales islámicos, Casablanca, Madrid, Londres o Delhi entre otros, no es que el mundo sea más seguro sino que éste es todo lo contrario como estos días han reconocido los servicios secretos norteamericanos en una filtración al diario New York Times. Mientras se ha obligado a los grandes proveedores de correo electrónico del mundo, Microsoft, Yahoo o Google, a que intervengan y conserven copias de las actividades de sus usuarios durante, al menos, un año. En España una ley de los socialistas, los mismos que esta semana han aumentado el chollo de la financiación pública de la iglesia particular católica, han redactado una ley para que los usuarios de los teléfonos móviles de prepago tengan que registrarse en sus compañías con el objeto de tenerlos controlados. En Italia, el país histórico de la mafia, ha sido descubierta una red de espionaje que tenía pinchados más de cien mil móviles de personajes relevantes con el objeto de obtener información privilegiada de sus conversaciones y poder enriquecerse ilícitamente. Las nuevas tecnologías, lejos de ser la idílica panacea de comunicación e información sin límite para los individuos, han resultado ser una forma más de control que hacen parecer un juego de niños al montaje de control totalitario sobre las personas que George Orwell denuncia en su obra 1984. El auténtico Gran Hermano ya habita entre nosotros y es mucho más sibilino y sutil de lo que algún día había podido parecer a los novelistas y pensadores. Y sí no que se lo digan al concejal de seguridad ciudadana de
En este sistema totalitario que se está montando en torno a las nuevas tecnologías de la comunicación, por el que normalmente salimos perjudicados los ciudadanos por la perdida de libertades, a veces puede suceder que se cambien las tornas. Recientemente, y como sí los procesos tuvieran algún tipo de relación, se han filtrado a la prensa parte de las escuchas telefónicas grabadas a concejales y asesores del ayuntamiento de Marbella y a políticos implicados en
Seguramente por cada radical islámico que se organice por internet o por teléfono móvil habrá centenares de cargos públicos, asesores políticos, cargos de libre designación y empresarios creando tramas de corrupción para que, a partir de información privilegiada y malversación de fondos públicos, se enriquezcan personalmente. Lo que hemos leído estos días en Marbella y Canarias sobre los pinchazos telefónicos da la impresión de que no es más que la punta de un iceberg, sobre todo en Canarias donde la especulación de todo el territorio es tan brutal, y los medios de comunicación son tan sumisos a sus amos empresarios, que debe haber mucha gente sacando tajada a esta especulación. La telefonía móvil está creada para que los ciudadanos medios seamos dependientes a algo que, básicamente, no nos es necesario, hace diez años todas y todos vivíamos sin móvil perfectamente, pero sobre todo para que los grandes especuladores sean más activos y todo se mueva más rápido.