19 agosto 2006

LA IGLESIA LEJOS DE LAS INSTITUCIONES

Dostoievski dijo en el siglo XIX que si Jesucristo volviera a nacer los hombres lo volverían a crucificar. A principios de este siglo XXI, sin lugar a dudas, la iglesia oficial católica sigue con ánimos de volverlo a sacrificar. Formas de matar como la crucifixión no son políticamente correctas en la actualidad pero métodos de pena de muerte como el de la inyección letal, más estéticos, lo aplicarían al reo después de su paso por un limbo legal estilo prisión de Guantánamo. La jerarquía católica conservadora presidida por el Papa Ratzinger, militante juvenil de las juventudes hitlerianas, y controlada por esos neonazis del Opus Dei, probablemente no reconocerían a su salvador aunque pasara delante de sus narices porque este representaría todo aquello que se empeñan en denostar. Este Cristo lógicamente posible, aunque físicamente improbable, se parecería un poco más a lo que la iglesia de la teología de la liberación trata de rescatar del pensamiento cristiano más primitivo y menos pervertido. Hoy en día estaría entre los marginados y probablemente sería homosexual, mestizo, anticapitalista, humanista, cobraría por su trabajo menos de un euro al día, no tendría fácil acceso a la energía, a las telecomunicaciones ni al agua potable y si fuera canario estaría en contra de la construcción de un puerto industrial en Granadilla y demás infraestructuras especulativas que coalición canaria planea para el archipiélago.

Días antes de que empezara la semana santa la conferencia episcopal española se apresuró a decir que las personas que se masturban, que tienen relaciones sexuales sin finalidad reproductiva o que son homosexuales son unos viles pecadores. Al igual que las petroleras aprovecharon para subir los precios de las gasolinas en previsión de la avalancha de coches que iban a llenar las carreteras los curas escogieron estas fechas para endurecer los requisitos para ser católico de provecho. A juzgar por como han estado las carreteras lo único que parece haberse endurecido estos días ha sido aquello de lo que los sacerdotes reniegan en los recogimientos que han tenido lugar en los apartamentos a pie de playa más que en las iglesias. Bueno, no sabemos si reniegan realmente pero en todo caso lo ocultan cuando se trata de abusos sexuales a menores que son cometidos por sus miembros, nos referimos a los componentes de la jerarquía católica y no a esa parte del cuerpo que tiene el deber de ignorar, como fue el caso de muchas parroquias católicas en Estados Unidos donde, sistemáticamente, fueron sometidos a abusos sexuales, durante años, muchos menores sin que haya habido una verdadera investigación del tema por parte de la jerarquías eclesiásticas ni que el anterior o el actual Papa hayan pedido perdón a las victimas o a los católicos. A la iglesia le cuesta mucho pedir perdón por sus errores, hace como 20 años lo hicieron por condenar a Galileo y todavía no lo han hecho por haber colaborado con los nazis para el exterminio de los judíos. Dirá el clero nacional católico, muy proclive a salir a la calle últimamente y no en procesión sino en manifestación, que eso ocurrió en otro lugar y en otro lado. Sin embargo, y de manera silenciosa pero continuada, casos de abusos sexuales han ido saliendo a la luz también es nuestro país. Y a los culpables no se los castiga sino que se los aparta de la vista para evitar el qué dirán, se los envía a otra parroquia o a otras funciones. Cuando pequeños los curas nos decían que San Luis lloraba cuando los niños se tocaban. En este caso, no se sabe si San Luis o quién, han estado mirando descaradamente para otra parte. Ya lo decía Nietzsche cuando hablaba de la formulación básica del la moral judeocristiana: si tu ojo te atormenta arráncatelo.

Este viernes santo se ha celebrado el 75 aniversario de la proclamación de la Segunda República Española. Justamente señalaba Almudena Grandes que en este país existe un retraso estructural debido a que lo que hoy en día los grandes temas tratados por el gobierno socialista, emancipación completa de la mujer en la sociedad, estructura federal del estado, profundización de la sanidad y la enseñanza pública, establecimiento de servicios sociales básicos o la separación iglesia estado, ya habían sido discutidos durante los gobiernos de la Segunda República y habían sido puestos en práctica en diversos grados. Luego vino el golpe de estado, la Guerra Civil, la oscuridad de las cavernas de la dictadura fascista, los años de olvido y perdón de la transición y el despegue económico de la integración en Europa. Ahora, 75 años después, estos temas han vuelto a salir a la luz, son de obligatorio consenso y siempre han estado ahí, pero tenemos que tener en cuenta que ya en aquella Republica eran cuestionados. Las generaciones de jóvenes libertarios que lucharon durante la República para que se dignificaran las libertades, y que sin duda ha sido la mejor que ha tenido España en su historia desde que se puede llamar así a este país, merecen una reparación a este olvido institucional intencionado. Quizá donde hubo más errores, y más aciertos también, fue en la separación iglesia estado. Poderosas era las fuerzas de la iglesia, con un poder acumulado desde siglos atrás, y no supieron calibrar al enemigo. Mucho hicieron las fuerzas conservadoras en los años 30 para derribar aquella forma de gobierno como hoy en día hace el PP para combatir toda forma de cambio que suponga la igualdad de los individuos. Hoy estas jerarquías católicas siguen siendo poderosas porque poseen medios de comunicación, editoriales, sociedades financieras, los Esclavos de Cristo controlan el PP y el Opus Dei el Vaticano. Además, claro está, se financian de los impuestos vía IRPF o tienen conciertos financieros para sus escuelas religiosas. Un estado, ya que es algo que de momento hay que tener, para ser mínimamente integrador de la pluralidad debe ser completamente laico. No se entiende como una iglesia con una economía saneada, que cada día representa a menos parte de la población, y que en su momento fue capaz de poner a especular millones de euros en aquel chiringuito financiero que fue Gescartera, reciben dinero del estado o tiene un trato de favor con una asignatura de religión dogmática católica dentro del sistema de enseñanza pública. Esta es una aberración que de todas todas hay que corregir pero con más tacto que hace 75 años porque, la verdad, a veces parece que la Guerra Civil aún no ha terminado a juzgar por los elementos del fascio metidos a gobernar en la derecha. Solo hay que ver la cara de cabreo que se le pone al presidente de la FAES (y las JONS), José María Aznar, cuando arremete contra Cataluña y los derechos civiles o como un mentiroso patológico, el ex ministro de interior Acebes, ha sido ascendido a número dos de su partido por el servicio de mantener el engaño institucional que tuvo lugar entre el 11 y el 14 de marzo de 2004 tras el atentado de Atocha.

En Canarias, en ese estadillo autonómico creado a imagen y semejanza del dios Adán Martín, estas cosas tienen también su reflejo particular y hasta podríamos decir endémico. Durante siglos el sistema de bulas, pagar por el derecho a comer carne en pascua o para ir al cielo después de muerto, fue un negocio boyante de la iglesia en España. Hoy en día comer carne la comen hasta los obispos, no hay más que verlos por la calle para notar la inversión que de ella han hecho en sus cuerpos. Ganarse el cielo ya es otra cuestión. Por lo visto para coalición canaria éste debe existir sin lugar a dudas, seguro que desde la tierra ya buscan allí algunas parcelas para especular vía Punta Larga, por lo bien que tratan, con nuestros impuesto y sin que nadie nos pregunte nada, al clero canario. Si se les quema un edificio administrativo porque el mantenimiento era miserable y el seguro que pagaban pírico, no importa, el ayuntamiento de La Laguna les presta un inmueble y se compromete, con nuestro dinero y con el del diario oficial de la santa inquisición de la diarrea que fustiga a todo aquel que no quiere desarrollismo y que hace una cuestación entre los empresarios, a reparar el quemado. Si tienen un convento que parece un palomar el cabildo de Tenerife, en diversas fases, pone dinero para su reparación aunque luego, jamás, nadie de la ciudadanía pueda entrar en él porque están un puñado de monjas de clausura. Y mucho dirá el obispo de Tenerife que hay que ser íntimo en esto de los días de pascua pero luego a los curas les gusta más una procesión y un capuchino que a un tonto un moco. Y a la mucha gente, todo hay que decirlo, que de no ser católicos practicantes les gusta toda la parafernalia de las procesiones y lucirse en ellas. Esto se ha visto estos días en las calles de Santa Cruz y La Laguna donde a la iglesia se les ha puesto de todo, cuando decimos todo nos referimos a dinero público, para que celebren unos ritos que pertenecen a una creencia determinada cuando luego estos municipios no gastan apenas en cultura, en igualdad de oportunidades, en fomento a la lectura o en consolidación de la democracia participativa y de base. Pronto veremos a nuestros dirigentes, si es que no lo han hecho ya porque nosotros no estamos tampoco muy al tanto de ver estas manifestaciones que no han pedido un permiso en subdelegación de gobierno, con peineta inclinados ante la Macarena. El resurgimiento de esto ritos, que debería estar enmarcado en el ámbito concreto de una confesión determinada, hoy en día resulta patético por instituciones que deberían velar más por lo público y por los derechos civiles de sus administrados que por entregar, durante una semana, el Casco Histórico de La Laguna, a los curas por ejemplo.

Cuando hablamos de estas cosas con tanta enjundia siempre nos referimos a los que son cuestiones institucionales. Nada tenemos en contra, es más las defendemos desde cualquier lugar, cuando se trata de libertades individuales y de creencias propias. Nuestras críticas no pueden llegar al fondo de las consciencias y nada tenemos que decir de las personas que son creyentes y de la intimidad de su pensamiento. No vamos a ser iguales que la iglesia cuando ataca la homosexualidad en base a juzgar las consciencias de los homosexuales cuando, en honor a la verdad, la consciencia humana pertenece a la libertad suprema que sólo los individuos pueden tener. Ahí no debe llegar ni autoridad ni juicio alguno. Sólo estamos en contra de que instituciones, con ánimo de lucro y privadas, como es la iglesia católica, esté recibiendo dinero público y tenga un trato de favor institucional por parte de gobiernos y ayuntamientos y mientras, esto sucede, comprobemos, por ejemplo, que el trato de los menores en los centros de acogida pueda ser calificado de maltrato institucional o que a los inmigrantes no se los trate con la dignidad necesaria cuando, por razones económicas, han arriesgado sus vidas para venir hasta nuestras islas. Creo que en esto coincidirían los católicos y los no católicos como nosotros.

Canarias Digital, 17 de abril de 2006.