El 14 de marzo de 2004 José María Aznar López salió del gobierno por la puerta grande de las cloacas del estado ante la derrota de su mandado designado a dedo, Mariano Rajoy Brey, por un incapaz como José Luis Rodríguez Zapatero al que los electores le dieron la victoria por ser un mal menor en lo que estaba sucediendo. Hay que recordar el contexto: ante el mayor atentado terrorista de la historia de España llevado a cabo por Al Qaeda el 11 de marzo, que dejó sobre la mesa del despacho de Aznar casi 200 muertos como culminación de haber sido el lacayo de su amigo George Bush en la Segunda Guerra de Irak, el gobierno del PP comenzó una campaña de intoxicación y mentiras de destrucción masivas en un intento burdo, patético y a la desesperada de convencer a la ciudadanía que la autoría de dicho atentado recaía en ETA que tuviera validez al menos los cuatro días posteriores al atentado. Aznar abandonó La Moncloa desarrollando un complejo de resentimiento contra todos y contra todo, llamó a ciertas puertas para que le contrataran en trabajitos bien remunerados, Endesa, Rupert Murdoch y el buffet de abogados DLA Pier al que pagó 2 millones de dólares de nuestros impuestos para que el Congreso Americano le diera una medallita para alimentar su ego por haber sido el lameculos de Bush, se afeitó el bigote y volvió a ejercer del chico falangista que siempre fue antes de que le diera por la política y acatara una Constitución a la que siempre criticó.
Si
bien es verdad que durante los 7 años transcurridos desde el
atentado y las elecciones de marzo de 2004 Aznar ha sacado
la patita
alguna que otra vez de la caverna en la que vive, memorables son
aquellas declaraciones alabando el vino y su derecho a emborracharse
como un piojo al volante en un país que ha costado mucho eliminar
esta cultura que ha supuesto decenas de miles de muertes inútiles,
ninguna
había tenido la repercusión mediática en España que ha tenido la
entrevista del pasado 21 de mayo en Antena 3 Televisión propiedad
del
Grupo Editorial Planeta que tan bien se ha portado con el PP
históricamente. Ni siquiera esas muestras de alta traición que han
significado las docenas de entrevistas a medios internacionales con
las que, en este tiempo, el expresidente se ha dedicado en enfangar
la Marca
España
para dar buena cuenta de su ego estando siempre atento a su axioma
favorito: el
mundo es perfecto sí y sólo sí mi ombligo es redondo.
Casi una semana se
lleva hablando
de las ocurrencias de Ansar,
es
una labor que se hace repugnante pues
se llega a
límites altamente escatológicos y que, además, no debería hacer
nadie, menos yo con este modesto e intranscendente texto, pues todo
lo que se diga de él, lo poco bueno que tiene pero sobre todo lo
malo, es hacerle el juego a un ser que desde cualquier punto de vista
representa, mejor que nadie, lo grande que puede ser la miseria
humana.
La
psicología y la psiquiatría moderna tienen una fuente muy
valiosa, y probablemente inagotable, de diagnóstico comparado en la
entrevista de 36 minutos que dedicó el expresidente Aznar a sus
enemigos, y al inepto de Rajoy en especial, y que está filtrada en
la red pero que
por
cuestiones de higiene mental ya tuve bastante con la vez que la vi
entera y no la
voy
a enlazar aquí. Esto se puede decir desde la hilaridad, como
probablemente se ha hecho, pero el perfil de José María Aznar, toda
su gestualidad y el lenguaje no verbal que se emana en
ella, encajan perfectamente en los de un enfermo mental al que,
probablemente, su entorno haya pedido alguna vez que se pusiera en
tratamiento pero que su arrogancia y el yo
controlo
propios, también, de un cocainómano haya logrado evitar el
tratamiento que ese hombre necesita. Como no voy a perder
mucho más el tiempo con este tipo no me voy a mirar un manual
diagnóstico
como
el DSM
para ver lo que tiene porque su sintomatología se ve más clara en
una clasificación decimonónica, abandonada por peyorativa eso
sí,
como es la de la oligofrenia. Y
es que su perfil correspondería incuestionablemente a la cuarta de
las categorías, Idiot-savant,
cuyos sujetos tienen habilidad para tareas manuales básicas aunque
son carentes de todo criterio a pesar de tener un cierto discurso
hilado de más de cuatro palabras aunque imposible de entender.
Con
un personaje de esta calaña, metidos en la mayor recesión económica
de la historia de España en muchísimo tiempo, con un Partido
Popular huyendo hacia adelante aprovechando el despiste para
privatizar servicios públicos para sus amigos al tiempo que ejecutan
el programa ultra de la iglesia católica que ha estado siempre a
poco que le rayásemos la costra de progresía a muchos de sus
dirigentes y con un cobarde y miserable como Rajoy, que cobró
durante décadas de su partido en negro a pesar de presumir que es
multimillonario y que la política le ha traído pérdidas, escondido
de todos y de todo en La Moncloa la simple amenaza de que José María
Aznar se pueda atrever a volver a la política, para eso ya tiene a
una sufrida esperanza
como es la señora Aguirre, hace que a muchos se nos encoja en
estómago y recordemos la infamia tan grande a la que este personaje
nos sometió por aquellos días de marzo de 2004. Si no fuera porque
su destino debe ser otro, Aznar nos haría un gran favor poniéndose
en tratamiento e ingresando en una institución psiquiátrica en la
que no se le escuche, nunca más, uno de sus rebuznos y, mucho menos,
la amenaza de volver a la política activa cosa que, por otra parte,
nunca ha abandonado con su escuela de difusión de las ideas
ultraliberales que es FAES.
El
destino de José María Aznar López, también de George Bush, Tony
Blair y Durao Barroso, debería ser un Tribunal Penal Internacional
que le juzgase como criminal de guerra, junto a los otros sujetos,
por iniciar en Las Azores la Segunda Guerra del Golfo bajo la mentira
que el cruel régimen iraquí tenia armas de destrucción masiva,
cosa que se ha demostrado que era rotundamente falsa a pesar de que
Saddam Hussein era cualquier cosa menos un santo. Esa guerra, que fue
la que dejó las casi doscientas víctimas de Atocha de clase
trabajadora muchas veces despreciadas por las organizaciones de
víctimas del terrorismo etarra cercanas a las posiciones ultras del
PP, ha significado un punto de inflexión que el mundo entero no se
ha recuperado todavía, seguramente tardarán otra década más en
hacerlo, y cuyo conflicto continúa todavía con más de cien mil
muertos civiles e inocentes que parece que a un amoral y oligofrénico
como José maría Aznar lo que quitan el sueño. Aunque esto es muy
difícil que esto suceda la muerte de otro genocida dentro de prisión
como el asesino Videla, dicen que lo encontraron caído en el suelo
del cuarto de baño imagen que resulta la metáfora más absoluta de
lo que significó la mierda moral que era este personaje responsable
último de 30 mil asesinatos, nos deja por lo menos la esperanza que
la ley
de punto y final
que este sistema representa pueda acabar algún día.