Creo
que pocos habrán tenido más claro que yo la necesidad de la unidad, en este
caso que nos trae de la unidad de la izquierda política canaria, no sólo para
hacer frente al marasmo que se nos está imponiendo desde organismos supranacionales,
financieros y nada democráticos que nos están trayendo recortes sociales, en
las libertades, en nuestras formas de vida y que significan la extensión de la
miseria en todos los sentidos sino desde siempre. No soy yo nadie para dar
certificados de progresía o de reaccionario pero creo que a veces con un poco
de buen ojo clínico podemos ver quiénes están en un bando, quiénes en otro o
quiénes beben de uno y otro según más les convenga como hace cierta radio que
se define como la voz del pueblo. En
este sentido la agrupación de Socialistas por Tenerife, fundada por un grupo de
tránsfugas del PSOE y que obtuvo cierta representación ciudadana en las pasadas
elecciones de mayo de 2011 gracias a una financiación bastante opaca desde
Nueva Canarias, no representan el progresismo y son cualquier cosa menos una
gente de confianza y con la que
establecer conversaciones de cualquier tipo o traer a casa a almorzar un
domingo. Sin embargo Sí Se Puede, haciendo las cuentas de la lechera con lo de
los 60 mil votos que se necesitan
para el Parlamento de Madrid, se ha unido a estos tránsfugas, y a otros
partidos como Equo, para concurrir a las Elecciones Generales del 20 de
noviembre como si esta gente nunca hubieran roto un plato cuando se ha cargado
vajillas enteras e incurriendo en el más grave de los fallos de todo el sistema
de partidos: pensar que los votantes somos bobos y organizar un proyecto
surgido de la nada y con escasos visos de triunfar.
Abandonados
por su anterior socio, Nueva Canarias al que sirvieron muy bien para que tuvieran
los dos diputados en el Parlamento de Canarias y que ahora se ha ido a hacer los madriles sin anestesia alguna con
CC, Socialistas por Tenerife y su coalición electoral, a la espera que puedan
reintegrarse en el PSOE en un tiempo más que prudencial, no pasaban por el
mejor de los momentos y por eso llamaron a las puertas de Sí Se Puede este
verano. La política de este formación está basada en el resentimiento y Por
Tenerife está formada por gente como Santiago Pérez, un puro ambicioso del
echadero político que tragó mucho con los socialistas buscando siempre un cargo
acorde a sus aptitudes, que cuando estaba de campaña para las locales no se cansaba de
denunciar las barrabasadas que había hecho el PSOE canario cuando él estaba en
sus filas y callaba de una manera que se podría calificar de muchas formas pero
que, sin duda, el mejor adjetivo para definirla sería el de miserable. Por ahí tenemos también a
Ignacio Viciana el breve, pues tan
corto fue su cargo como secretario general de los socialistas en Tenerife, que cuando
ocupaba cargos en el PSOE se revelaba contra la postura oficial del partido en
su momento contraria al puerto de Granadilla y hacía campaña a favor del
puerto y se retrataba junto a otros de aquel partido y junto al dueño de muchas voluntades políticas y
de las obras de Granadilla como Antonio Plasencia. Poco faltó para que este
hombre se pusiera delante del objetivo de las cámaras este mismo verano en
ruedas de prensa en contra de esta infraestructura no sólo desdiciéndose de lo
que opinaba hace menos de un año sino haciendo un enorme ejercicio de cinismo
político. Por ahí tenemos también a José Manuel Corrales, este es el tercer
partido en el que milita después de IUC y PSOE siempre a la búsqueda de un buen
echadero, que ha conseguido ser concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz con Por
Tenerife pero que no ha evitado que su antiguo partido, por quien fue secretario
de la organización local en la anterior legislatura, le reclame que dejara las cuentas del partido a su
marcha más vacías que la cartera de un parado a fin de mes y por lo que él,
muy cínicamente, respondió que antes de su llegada ni siquiera existía una
contabilidad en el partido. Esto al ciudadano corriente le debería de sonar,
como mínimo, a presunta corrupción máxime cuando no se conoce que Corrales haya
iniciado ninguna acción judicial contra los que le han hecho esta grave
acusación a pesar de que en su momento dijo que lo iba a hacer. En fin, que con
estos elementos se está forjando la presunta
unidad de la izquierda que tan contentos tiene a los de Sí Se Puede y que
parece que han olvidado la anterior campaña sucia que éstos orquestaron contra
ellos. Sumando todos los años que estos tres llevan metidos en política se
supera el medio siglo cosa que, en principio, debería de ir contra los
fundamentos de Sí Se Puede porque ellos limitan el tiempo en política de sus
cargos a ocho años. Cuando este agosto me enteré que Santiago Pérez estaba en
reuniones con Sí Se Puede pensé que éstos lo pondrían enseguida en su sitio,
que para mí no es otro que la mierda pero entendiendo que es mi forma de ver el
asunto porque yo nunca he sido muy diplomático, pero a estas reuniones vino un
silencio que me pareció premonitorio de lo que estamos viendo ahora.
Mi
postura es contraria a que exista una unidad
de la izquierda en Canarias con estos mimbres, con otros no me niego
incluso lo demando, porque esta gente ni es izquierda ni es nada y esto lo he
tenido meridianamente claro hace una década, hace cinco años, durante las
elecciones locales y lo seguiré teniendo claro cuando haya pasado una sola hora
del cierre de las urnas el 20 de noviembre momento especialmente proclive para
que se olviden promesas de todo tipo. Jamás Pérez, Viciana o Corrales han
tenido un voto mío y jamás lo van a tener aunque se les oscurezca la piel y
despierten más pasión que Obama en 2008. Me puede llamar talibán de la
izquierda, me pueden poner la secuencia de la película La
vida de Brian en el que se pelean las facciones judías de la
resistencia a los romanos como ya han hecho o reírse de mí pero es mi opinión,
está argumentada y exijo que sea respetada. El proceso abierto en Sí Se Puede
de acercamiento a estos señores se ha hecho de una manera muy opaca, al
contrario que otras decisiones de este partido, y de manera vertical. Si bien
respeto la decisión de la asamblea que llegó al acuerdo para que se iniciaran
conversaciones, una conversaciones que ya estaban en proceso desde hace tiempo
con un candidato ya pensado, el hecho de que la votación fuera muy ajustada
revela que mucha gente coherente del partido se ha estado planteando algunas
dudas similares a las mías. De repente en Sí Se Puede han abierto un proceso de
vender motos, han empezado a mirar lo
que es la política de las grandes elecciones, pareciera como si se hubieran
olvidado del trabajo que han realizado sus bases durante 5 años y han empezado
a hacer lo mismo, exactamente lo mismo y sin ningún matiz, que hacen los
grandes partidos como CC, PP y PSOE. El hecho de que muchos ya vean a Manuel
Marrero Morales, el candidato de consenso
ya elegido pero al que le están dando un suspense absurdo, con 60 mil votos y
en el Parlamento Nacional es una prueba más de la ceguera en la que se han
embarcado y de que a muchos en Sí Se Puede se les ha subido a la cabeza la
pasada victoria electoral. Para mandar a un diputado a Madrid, a parte de ser del
PSOE o del PP, hay que tener un sistema clientelar caciquil como el de CC
porque si no es algo casi imposible de alcanzar y mucho menos con un invento como este de tan poco recorrido.
En mi opinión, y ojalá me equivoque, Sí Se Puede ha empezado a echar tierra
sobre su propio tejado, a faltar al respeto a sus principios y a sus votantes y
yo paso página sobre un proyecto que reconozco que hace años miraba con
escepticismo pero que estos últimos me habían traído mucha ilusión. En honor a
la verdad me siento con cierto deber de escribir este texto pero por mi parte
se va a quedar aquí porque, entre muchas cosas, lo que hagan en el fondo ni me
va ni me viene y no quiero que parezca que me guía un cierto resentimiento
porque es un sentimiento que repudio.
Jamás
he tenido nada que ver con Sí Se Puede tal que miembro de este partido, como
desde comentarios anónimos y miserables en Internet se me ha señalado, más que
una buena relación de amistad y buena fe con mucha gente particular, que para
mí son trabajadores hasta la médula hagan lo que hagan, y que espero seguir
conservando pero para mí estos días me han demostrado que algo no es válido en
la política tradicional y es que el sistema de partidos no sirve para nada y
cualquier intento de cambiar las cosas desde dentro del sistema acaba
pervirtiendo a éstos que intenta cambiarlo para acabar siendo eso, sistema.
Estoy dispuesto a rectificar estas palabras por escrito y en iguales
condiciones si veo que estaba equivocado con mi forma de ver esta, para mí,
falsa unidad de la izquierda pero me temo que esto no va a pasar.
De
Sí Se Puede ahora mismo sólo espero tres cosas: que difundan este texto con la
misma vehemencia que difundían otros míos cuando les favorecían, cosa que dudo,
que los cargos electos se sigan comportando como hasta ahora han hecho, por
algunas personas sigo poniendo la mano en el fuego, y que el esperanzador
trabajo de democracia participativa que iniciaron en Buenavista del Norte se
siga desarrollando en base a la autonomía que tienen los comités locales pues
muchos sentimos ilusión por ese proyecto y sería muy triste que ese trabajo se
pervirtiera.
En
el año 2004 se constituyó en Tenerife una Asamblea en forma
de movimiento social paralela a las reuniones de
empresarios-políticos-constructores que trataban de hacer su agosto con la
especulación sobre nuestro territorio. Durante casi dos años se formó un
movimiento social que parecía imbatible y que hizo que las fuerzas económicas
del archipiélago cogieran miedo y seguramente fue la mejor etapa que ha
ocurrido nunca en las movilizaciones sociales en todas las Islas Canarias. Aquello
duró lo que duró y recuerdo las luchas cainitas que se daban en este movimiento
social entre compañeros al principio de su declive, las interminables asambleas
de buenos propósitos pero desgraciadamente nada de acción y un denominador
común en todas ellas: que se acusaban unos a otros de usar dicha Asamblea y
hacer trampolín en ésta para consolidar o formar partidos políticos con
intensiones de representación en las instituciones. Hoy mirando aquel proceso,
que fue maravilloso y del que tengo gratos recuerdos, es fácil llegar a una
conclusión: que el noventa y largos por ciento de las personas que formaban aquella
Asamblea tenían conexiones con partidos políticos, eran de partidos políticos,
hicieron políticos ad hoc a la sombra
de aquella Asamblea o acabaron formando un partido que electoralmente tendría
éxito como ha pasado con Sí Se Puede. Y lo más grave: éste último parece haber
olvidado la base social de la que nacieron. Esto es un detalle nada menor a
tener en cuenta si volvemos al punto de partida de este argumento: que el
sistema de partidos tradicional está agotado, que debe ser superado y que todo
aquello que de progreso se dé en aquellos partidos que aspiran a ser distintos
acaba siendo devorado por el sistema. Nunca había visto un caso tan claro como
este de ‘Sí Se Puede’ del que parece ya que ‘No Se Pudo’.