11 junio 2007

VIOLENCIA POLICIAL: TOLERANCIA CERO



A finales de los años noventa la ciudad de Nueva York destacó por una espectacular caída en los índices estadísticos de la delincuencia como consecuencia de la política de Tolerancia Cero impuestas por el entonces alcalde de la ciudad el republicano Rudolph Giuliani. Se trataba de utilizar los medios policiales para erradicar de las calles todo signo visible de delitos de poca monta y se reprimían a las poblaciones marginales de los barrios más pobres al tiempo que la inversión en gasto social disminuía realimentando a su vez con una nueva pobreza. Por aquella época también estallaban los grandes escándalos financieros de maquillaje contable de los beneficios empresariales, como el caso de la energética ENRON o la empresa de telecomunicaciones WorldCom, que pueden ser calificados como obras de grandes delincuentes de traje, chaqueta y corbata. En la actualidad Giuliani es propietario de una próspera empresa de seguridad privada que factura mucho dinero gracias a tener contratos con el gobierno Norteamericano que tiene su ejército desplegado en medio mundo.

Esta forma anglosajona de percibir la delincuencia como algo que hay que reprimir sin investigar las causas que hacen que las personas delincan y concibiendo el derecho penal no como un sistema de reinserción en la sociedad sino de una manera represora ha acabado por exportarse a muchos lugares del planeta. En España durante los ocho años del gobierno anti democrático de Aznar, personaje que antes estaba bajo la piel de cordero ya que hablaba catalán en la intimidad y hoy es un descardo lobo neocon a sueldo de poderosos grupos de influencia neoliberales, se produjeron excesos de este tipo mientras se adelgazaba el estado de bienestar o se malvendía el patrimonio público a los amigos del PP. La fascistoide ley de partidos, que en su momento el PSOE tuvo que apoyar y que tan malas pasadas ha jugado al malogrado proceso de paz con ETA, el acercamiento a Bush con la guerra de Irak o las declaraciones de Mayor Oreja cuando era ministro de interior sobre que la gente se tenía que proteger con seguridad privada, luego se supo que tenía intereses en el sector, tras un sonoro robo violento en un chalet de Madrid dan buena cuenta de ello.

A los temidos grises del dictador Franco sucedió una etapa de necesaria regeneración de las fuerzas policiales como consecuencia de la nueva llegada de la democracia a España. En la actualidad muchas fuerzas policiales están contaminadas por tipos que se han criado mamando de la violencia que ha engendrado el sistema y que han encontrado en los cuerpos de seguridad la coartada perfecta para llevar pistola y creerse con la impunidad necesaria para desarrollar sus actitudes violentas. El caso de la represión y la batalla campal hace pocos meses en el barrio de Malasaña por una policía en exceso violenta en Madrid, la muerte de un detenido en la comisaria de la guardia civil de Roquetas de Mar, las palizas en los interrogatorios filmadas por cámaras de seguridad de los mossos d’escuadra, las agresiones a unos muchachos que se divertían en el cuadrilátero de La Laguna la pasada noche buena o la paliza que recibió un chico en Ofra por miembros de la UNIPOL de Santa Cruz indican un ambiente de grave deterioro democrático en estos cuerpo que no sólo tienen su base en individuos descontrolados sino que la mayoría de las veces tienen su razón de ser por la tolerancia de sus mandos ya sean de profesión o políticos. Nunca el dicho de unas cuantas manzanas podridas pudren el cesto fue tan vigente como cuando hablamos hoy en día de los distintos cuerpos de seguridad ya que es de perogrullo decir que la mayoría de las personas que trabajan en ellos son gente decente y con una formación democrática mínima. En todo este tiempo parece ser que lo prioritario ha sido reprimir la violencia que el sistema económico injusto genera sobre las capas de población más débiles al tiempo que los delitos económicos y la corrupción se han aposentado en las instituciones y han aprovechando la percepción general de la cultura del pelotazo en la que un concejal de urbanismo que en menos de una legislatura multiplica a la enésima potencia su patrimonio es mirado con envidia y hasta como un héroe modélico a imitar. Mucho debe cambiar la sociedad hasta que estos tipos de delitos sean vistos con la gravedad que lo son los grandes delincuentes que trafican con drogas, armas o seres humanos.

Si buscamos en un ayuntamiento de Canarias un alcalde que resulte similar por analogías con Rudolph Giuliani este es sin duda el dos veces imputado por delitos económicos Miguel Zerolo alcalde reelecto de Santa Cruz de Tenerife por ATI y que habrá de gobernar en principio cuatro años más, habrá que ver el resultado de los juicios por los que tendrá que pasar, con el apoyo del popular Ángel Llanos que basó su campaña en la demagogia y en decir que iba a acabar con la delincuencia y a limpiar las calles. A pesar de su campaña en la que soñaba que los niños se levantaran cuando entrara el profesor cara al sol a clase Llanos parece ignorar la catadura moral de la persona con la que se va a sentar en un gobierno pues su mediocridad no le deja ir más allá de eterno puesto de segundón al que está abocado de por vida pero que tan buenos resultados aporta a sus finanzas particulares. Como en muchos lugares del mundo mientras se reprime la pequeña delincuencia que un sistema violento genera por doquiera crece la organizada en torno a la corrupción de los grandes flujos de capital que pueden llegar hasta la isla de Man desde una playa canaria cualquiera.

En un sistema claramente anti democrático como el que impera en las islas y que tiene unos índices de corrupción política mucho más altos de los que nos quieren hacer ver, que además posee un sistema tributario como la RIC que favorece a las grandes fortunas al tiempo que degrada nuestro territorio y empobrece a las capas más débiles de la sociedad y en el que las instituciones tienen un manifiesto desinterés por las cuestiones sociales es lógico que surjan brotes de marginalidad como la que se puede dar en un barrio como Ofra. Que un muchacho como José Manuel González circulara con la moto sin papeles ni seguro por las vías del tranvía, dentro de la gravedad de estos hechos, no deja de ser algo anecdótico si lo comparamos con el gran pelotazo de la venta de terrenos en el frente de la playa de Las Teresitas que generó en muy pocos años un plusvalor a los empresarios Plasencia y González de 120 millones de euros sin haber arriesgado ni un solo céntimo de sus bolsillos. Por eso la actuación policial contra este acto de vandalismo, que por sus heridas en la cara se desprende que fue el de un abuso policial más que un accidente y caída con la moto provocada por la huída, es a todas luces desmedida. El hooliganismo se ha instalado en el propio ayuntamiento de Santa Cruz. En los plenos complicados los seguidores del alcalde son introducidos en salón por puertas laterales antes de que empiece la sesión para que pataleen a la oposición o insulten y amenacen con cortarle el cuello a periodistas como Ramón Pérez Almodóvar. Paradigmático es que el concejal que debe velar por la seguridad de Santa Cruz, Hilario Rodríguez, le espete a un vecino en tono amenazante un si no estuviéramos aquí te metía un piñazo por mentiroso cuando el viernes ocho de junio los vecinos cortaron la Avenida de Nuevo Obrero de Ofra al paso del tranvía como protesta de que un vecino de aquel barrio estuviera ingresado en el hospital recuperándose de las heridas que tiene en la cara. Eso sí, mientras tanto Comisiones Obreras, un sindicato que ha vendido junto con UGT todas las conquistas obreras ganadas a pulso por lo trabajadores durante décadas y que ya no tiene nada de obrero, amenaza con demandar a todo aquel que levante falsos testimonios contra la UNIPOL para rozar el absurdo del mundo al revés en el que se ha convertido Canarias: los ladrones en las instituciones y el pueblo desfigurado en el hospital.

Si esto fuera un lugar normal el ayuntamiento levantaría una investigación de oficio para esclarecer las causas de que un chico esté ingresado en el hospital con la cara morada y tres dientes menos hasta llegar a las últimas consecuencias del asunto. Esta presunta forma de enterrar los hechos y la huída de Hilario hacia adelante junto con las quejas de los vecinos de la zona o el hecho del desastroso atestado del atropello mortal de tres personas de la misma familia en la avenida de Anaga parecen dar a entender que este tipo de actitudes en la policía de Santa Cruz no son la excepción sino la regla. Ahora cuando se vuelva a hablar de la necesidad de la policía autonómica habrá que tener claro que este cuerpo servirá para blindar a determinadas castas empresariales y políticas y reprimir más a los canarios pero ahora al estilo de esta tierra única. Ya hay mucha policía, local, nacional o la paramilitar guardia civil, y no es necesario más cuerpos sino la optimización de los que existen. Resulta vergonzoso que lo que estas décadas no se ha invertido en educación y cultura se tenga que invertir ahora en cuerpos represivos porque la violencia que genera el sistema, y la corrupción que impera en éste, han acabado por degradar la sociedad. Una unidad de intervención como la UNIPOL debe ser reorientada para que cumpla funciones como la de servir a los ciudadanos y no reprimirlos porque la policía no es la ley sino que es la encargada de que esta se cumpla siempre dentro de un sistema garantista.
Canarias Digital, 11 de junio de 2007.